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viernes, 7 de enero de 2011

MI MAMA SE FUE DE VIAJE ©, por Carlos Alejandro Nahas, de Buenos Aires, Argentina



Hoy a la mañana, en el desayuno, mi Mamá nos dijo a Papá y a mis hermanos que se iba dos días de viaje. Por trabajo, a Paraguay.

   Terminamos de tomar la leche y Papá nos llevó al cole en el auto como todos los días. Esa mañana me sentí medio mal de la panza pero no le dije nada a la seño porque sabía que si no estaba Mamá en casa, Papá no iba poder a pasar a buscarme. Y me la aguanté solita.

   En el primer recreo no tuve muchas ganas de jugar, sabía que Mamá se iba esa mañana y no podía dejar de pensar en ella. Me invitaron a jugar a las figuritas, lo hice un rato y después dejé. Me temblaba algo la barbilla y no sabía porqué. Eran unas ganas de llorar tremendas. Sin que nadie me viera fui al baño y me lavé la cara.

   La seño en la cuarta hora notó que yo estaba distraída o algo así, me llamó aparte y preguntó si me pasaba algo. Le dije que no, que estaba bien, que no tenía nada ¡Pero tenía unas ganas de llorar!

   Al mediodía vino Margarita y nos pasó a buscar a mí y a Juan. Comimos juntos y Papá se prendió porque estaba a la mitad de un trabajo que tenía que hacer en casa y en el estudio. A la tarde temprano se fue, pero yo antes de que cruzara la puerta lo agarré y le di un abrazo enorme, lo apreté bien fuerte. Le di millones de besos, especialmente en la pelada y en los cachetes afeitados de la mañana. Me dijo que estuviera bien, que Mamá venía mañana a la noche. Pero igual esa araña de la panza no se me quitaba con nada.

   A la tarde hice la tarea, que al otro día me enteré que estaba mal, de tan distraída que andaba. Jugué en la wii un rato con Juan y cuando me quise acordar ya era de noche. Papá nos hizo unos ravioles re ricos, con salsa de tomate y un poco de ajo. Agus como siempre separó la salsa y terminó comiendo dos o tres ravioles. Juan y yo nos comimos dos platos. Papá estaba un poco callado, y comió poco, la verdad. Con Agus lavamos los platos y Papá los secó y los guardó. A eso de las diez de la noche sonó el teléfono y era Mamá. Hablé con ella un rato y no pude, me puse a llorar como una tonta. Le dije que la extrañaba y que la quería. Mamá se quedó en silencio por un rato y medio me pareció que lloró ella también. Me dijo que iba a estar al otro día sin falta a la tarde. Habló otro rato con Papá, con los chicos y cortó.

   Nos fuimos a dormir a eso de las once. Papá se quedó dormido mirando tele y yo lo llevé a la cama.

   A la noche dejé la lámpara de mi mesa de luz prendida y la tele con el timer en media hora, para que se apagase cuando yo ya estuviera dormida. Pero justo esa noche se apagó antes de que me viniera el sueño, y yo no podía dormir. No me acuerdo la hora pero me levanté y fui a la cama grande. Papá estaba abrazado a la almohada, como extrañando algo. Le levanté la mano y se la puse sobre mis hombros y así arropada por él, me quedé dormida.

   Al otro día nos levantamos como diez minutos tarde. Papá desencajado nos gritaba y Agus también gritaba. Juan y yo estábamos como zombies. Tomamos la leche y Papá dijo que el café lo tomaba a la vuelta. Sacó el auto como loco y casi choca contra otro auto de tan rápido que iba, como la otra vez. Me pusieron media falta y Agus se fue recontra enojada con Papá porque a ella no le gusta llegar tarde. Yo saludé de un beso a la portera del colegio y Juan entró como una tromba, sin saludar a nadie.

   Ese día estuve un poco mejor, pensando que Mamá volvía a la tarde, aunque la seño me retó varias veces por charlar y como les dije antes me corrigió la tarea y dijo que andaba medio distraída. En el patio los varones jugaron a la pelota y yo charlando los tres recreos con Belén, a la cual le conté lo que me pasaba. Ella me abrazó y besó. Las demás nenas no entendieron mucho pero se rieron un rato. En el último recreo me raspé un poco la pierna y la secretaria lavó la pierna con agua y jabón y puso una curita en la herida. La seño me puso una nota en el cuaderno que Papá firmó a la noche.

   A eso de las siete, y mientras miraba los dibujitos se abrió la puerta de casa ¡Y era Mamá! La abracé con todas mis fuerzas y le di besos por todos lados. Juan estaba en el cumple de un amiguito, Agus llegaba tarde del cole y Papá estaba en el trabajo. Así que estuvimos como dos horas ella y yo solas, ella dándome regalos y contándome cómo le había ido en el viaje, lo mucho que había trabajado y miles de cosas más. A la noche la cena familiar fue hermosa, Mamá hizo chop suey que tanto nos gusta a todos, Papá abrió una botella de vino y nos quedamos como hasta las doce charlando en la cocina. Después Papá hizo café a la turca, nos reímos todos de no me acuerdo bien qué, Juan hizo sus cuentas matemáticas y Agus lo siguió hasta que ya no podíamos más de la risa.

   A la noche nos fuimos a dormir y en vez de que fuese Papá el que nos tapase fue Mamá las que nos cubrió a los tres y nos dio un beso. Por la mañana estaba Mamá en mi cama abrazándome. Y fue una de las veces que más feliz me desperté en mi vida. Y mientras Papá nos llevaba al colegio yo pensaba “qué feo es estar separada de los Papás”.

   Hoy ya soy feliz.

2 comentarios:

  1. Para escribir algo así hay que estar muy compenetrado del sentir de los niños, saber qué pasa en sus cabecitas, estar pendiente. Es el mensaje que me aportó el cuento, que habla muy bien del autor,
    Eliza

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