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lunes, 17 de junio de 2013

“11-M: MADRID 1425”, NOVELA, POR SAID JEDIDI ©, DE TETUAN, MARRUECOS. 17. CAPITULO TERCERO. V

Portada: Monumento 11-M (cortesía José Luís Ayuso)
V

En F’nideq y más tarde en Jamaa Mezouak era de notoriedad pública que el joven Yussef, el comprometido y contumaz militante de Al Qaida en España era un conocido y férreo pecador en Marruecos, donde nunca elevó bandera de una causa alguna y nunca mostró simpatía alguna ni por la emoción ni por las ideas, menos aún por la abstracción confesional.

       ¿Te acuerdas de...cómo se llamaba su amiga hebrea?
       ¿La que trajo el primer año?
       No. Esta era Matilde. Era española.
       Ah si. Yeshua. Eso, Yeshua, la enigmática. Así la llamaban por aquí. Nunca hablaba. Nunca sonreía.
       No se cansaba en explicarnos que su nombre quería decir salud o algo así.
En sus discusiones, los moderados de F’nideq conjugaban la audacia formal con la amplitud de la retórica. Sabían que, sino era imposible, su tarea era difícil...muy difícil. Sabían también que eran una pequeña isla en un océano de integrismo radical. Más atrevidos, algunos se preguntaban « cómo los españoles toleraron durante tanto tiempo toda esta lacra ».
       Porque calculaban mal. Creían disponer de un medio de presión sobre Marruecos o incluso crearle un problema adicional donde se distraería de sus reivindicaciones sobre Sebta y Melilia.
       ¿Y Marruecos?
       Bueno esto ya es otro cantar. No sólo este problema, sino ningún problema del norte le interesaba.
Los más razonables no entendían por qué, habiendo dilapidado tanto tiempo creando un problema no se puede invertir en un instante imaginando una solución. 
Figura huérfana en un entorno volátil, prodigio y pródigo, Yussef nunca se despertó de su sueño de una evidencia luminosa. Por ello su exogeneídad le resultó fatal. En Madrid descubrió que, de su padre, heredó la fiebre del dinero fácil y de su madre, una humildad que roza el pecado y la indiferencia hacia todo y todos, inclusive la vida. A cada idea, su gesto emblemático... a cada travesura, su embrollo. Aunque siempre le era familiar, ingenuo, como lo es, a menudo, un adolescente, España le resultó pantagruélica en todos los sentidos.  Subiendo y bajando en la escalera de su destino, acabó por descubrir las repercusiones de ciertos discursos escuchados en su tierra. Sólo entonces comprendió que esta homotecia no era fortuita y que en el asterismo descubrió los detalles.
Metamorfosis. Durante meses, sus íntimos hablaban de un giro de 180 grados en su manera de ser. Buscaba pretextos para justificar su incapacidad de proporcionarles contratos de trabajo aunque prometía, terminando la promesa con un revelador « Inchaalah »[1] .
       El tío ha cambiado radicalmente.
       Pero ¿Qué le habrá pasado? ya no nos cuenta sus largas noches en los mesones en Plaza Mayor ni sus aventuras en Puerta del Sol.
       Y por encima prodiga consejos.
       ¡Joder!
El verano en Tetuán siempre ha sido propicio para la hibernación de la feliz inconciencia.
Sin embargo, algunos miembros de la  familia de Yussef no vacilaban en jurar que, desde hacía cierto tiempo « su chico dejó de ser lo que era o lo que ellos desean que fuera ».
La duda que conduce a la arrogancia.
       ¡Hombre! Madrid no es Tetuán y como decimos nosotros el que convive con alguna gente cuarenta días se convierte en uno de ellas[2].
       No me refería a esto, Haj.
       Pues...no te comprendo.
       Cuando estaba aquí o durante sus frecuentes idas y venidas a Sebta e incluso en el curso de sus tres primeros años en España el joven era otra cosa...literalmente otra cosa, por esencia, por instinto y por inspiración unívoca.  El muchacho derrochaba optimismo y respiraba vida. Cuando hablaba de Madrid o de España insinuaba una providencia.
       Creo que ya no recuerdas sus « castañas » de antología y…
       ...y las muchachas que nos traía, que Maite, que la otra…la israelí que... ¿Y qué?
       Que se convirtió...en una encarnación de una obsesión insospechada
Su súbita y, para muchos, incluso misteriosa «reconversión» se llevó a cabo sin bombo ni platillo. Ningún fiel fnidiqui[3] recuerda haber visto nunca antes a Yussef en las mezquitas de la ciudad.
       Es lo que se llama un buen trabajo.
       No sólo un buen trabajo, sino también la metamorfosis invisible.
De un nihilismo premeditado y de un anarquismo ordenado el ex hincha del Real Madrid pasó a ser ferviente aficionado a los más extremistas predicadores egipcios.
«F’nideq, como llevaba advirtiendo infructuosamente en sus sermones de la oración solemne del viernes el imam de la Gran Mezquita, F’kih Hammadi, se ha convertido en un campo abonado de las ideas subversivas y de las ideologías incoloras».
Orden, desorden. La relatividad absoluta. La juventud de la ciudad y arrabales, presa de la más sistemática de las intoxicaciones y demagogias sin que los poderes públicos juzgasen oportuno intervenir.
       No te preocupes no lo harán hasta que se produzca un desastre.
       Así son si no padecen en su propia carne nunca deciden prevenir.
Los que lo hacían, como F’kih Hammadi, era a título personal y caritativo. Lo que el barbero H’midu calificaba de «Simples francotiradores contra el mal».


[1] Si Dios quiere, en árabe.
[2] Dicho del Profeta Sidna Mohamed.
[3] En relación a F’nideq.

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