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jueves, 17 de julio de 2014

MAR DE LÁGRIMAS ©, por Carlos Alejandro Nahas, de Buenos Aires, Argentina



Dedicado con todo mi amor a mi mujer, a mis tres hijos y a mis padres. Perdón

Venía caminando por Florida rumbo a mi trabajo, cuando me lo encontré. Mi amigo el Turco. Cursamos juntos la Secundaria y la Facultad y nos recibimos de ingenieros. Luego la vida nos separó a cada uno por su lado, cada uno con su familia.
         Cada tanto nos vemos en una cena de amigos o nos juntamos en nuestras respectivas casas, con hijos, esposas y demás.
          Es uno de los pocos amigos entrañables que me dejó la vida y cuando me pasa algo importante a veces agarro y lo llamo por teléfono para contarle. Aunque no nos veamos ni todas las semanas ni todos los meses, él sabe que yo estoy para él y él para mí. En las buenas y en las malas.
          El Turco estaba todo desarrapado, sucio, como roído por las ratas. Irreconocible. Envuelto en una bandera argentina, con olor en la ropa, caminaba con una tristeza irrevocable. Lo paré, lo abracé y le pregunté qué le pasaba. Levanto la vista y me dijo: “¿Te lo resumo o vamos a tomar una café?”
        Ya instalados en Banchero, con una porción de pizza sobre su plato, porque hacía tres días que no comía, que no iba al laburo, que no contestaba el celular, que nadie sabía nada de él, comenzó con el relato:
-    “Tito, qué querés que te diga. Estoy devastado. Esto fue tremendo. No tenían derecho a ilusionarnos así y después dejarnos con las manos vacías”
-    ¿A qué te referís, Turco, tuviste problemas con algún familiar, con un cliente, qué pasó?
-   A la selección, querido, a la selección. Y todo es culpa mía.
-     ¿Cómo, le respondí yo, entre intrigado y alelado?
-  Mirá, hermano. Hace tres meses que le vengo diciendo a la patrona y a los pibes que íbamos a salir campeones. Fue un pálpito, una intuición que tuve, que jamás pude ni podré explicar. Al principio mucho no me creyeron. Me tildaban de mufa, de yeta, de triunfalista al pedo. Vinieron los primeros partidos y como jugamos como el culo, se reían de mí. El tema que fuimos superando todos los obstáculos y de golpe y porrazo yo me convertí en una especie de Superman, de Patoruzú moderno. Hacían todo lo que hacía yo. Ya no era un gil, era casi casi un héroe. Se instalaron en el living de casa el domingo de la final con la certeza – que digo con la certeza, con la fe inquebrantable - que el pálpito del viejo no se podía caer.
-    Bueno – lo tranquilicé – uno se fue entusiasmando de a poco, es normal.
-    No, querido, no es normal. Yo entiendo que Messi es un gran jugador, que no va a ser nunca Maradona, pero que hizo lo que pudo. Yo entiendo que Masche dejó el pellejo, que Romero tuvo manos mágicas, que Angelito Di María parecía la saeta rubia, que los del fondo eran una muralla, que la delantera no hacía muchos goles pero fue eficaz, entiendo que nos hayan robado ese penal. Te digo más, este equipo fue de menor a mayor, pero la verdad es que en el fondo jamás me gustó. Eso de salir de contragolpe….
- Además, agregó, entiendo todo el tema del folclore del mundial, que los brasileros estuvieran en contra nuestra. Es más, cuando vi que hinchaban por los alemanes después de las siete pepas que se comieron te juro que deseé que les cayera la bomba atómica – obvio después que nos fuéramos los argentinos de la cancha y de Río – sobre la cabeza. Me aguanté las cargadas de los alemanes. Entiendo que en un equipo donde la estrella es el cinco no puede ser un gran equipo, ¡pero estos hijos de puta llegaron a la final, mierda! ¿Cómo no ilusionarme? ¿Cómo no pensar que íbamos a salir campeones como en el 78 o en el 86, donde lloré de la alegría, donde pensé que Dios era más argentino que nunca? Pero no, estos pibes se mancaron justo faltando 2 minutos. ¡Dos minutos, entendéis! ¡Estuvimos a dos minutos de la gloria, la concha de la lora! Y mientras me decía esto sus llantos mezclados con hipo me colmaban de una tremenda congoja. Traté de calmarlo pero todo fue en vano.
-     Fueron héroes, sí. Llegaron más lejos que nadie en 24 años. ¿Pero me podés decir porqué carajos entusiasmé a mis hijos, a mi mujer, a mis viejos? Ahora soy un pelotudo, ¡qué un pelotudo, un reverendo hijo de mil y una putas, eso soy!
-     Bueno, Turco calmate. Dejá de llorar. Permitime que te lleve a tu casa que tu mujer debe estar desesperada, tus hijos también, hace tres días que no saben nada de vos, que no morfás, que no te bañás, en el laburo deben estar preocupados por vos también. Dejate de joder y agarrame el brazo – y mientras decía esto trataba de ponerlo de pie -. El Turco insistió y me dijo: - Esperá, ahora vamos. Dejame que termine de contarte. –
-   Está bien, desahógate, Turco. Pero te llevo a tu casa, estamos – le contesté.
-    Si, si, me llevás. No hay problema.
-   Fueron un equipo de héroes. Hicieron diez veces más de lo que se esperaba de ellos. Sin embargo jugaron a lo Bilardo, pero sin Maradona. Los once en el área y a salir de contragolpe. Jamás una selección argentina campeona jugó así, ¿entendés? Además, comparar al pobre pibe este de Messi con Maradona, ¡Qué va! Es un jugadorazo, pero le falta el fuego sagrado, le falta la chispa mágica, jamás se puso el equipo al hombro. ¡Si el capitán fue Mascherano! Lo veía y me acordaba de Giunta, te digo.
-  Está bien, Turco, pero dejá de llorar le decía yo mientras lo abrazaba.
-  Nosotros no festejamos subcampeonatos. Nosotros no, querido. Y esa tarde se llenó la plaza de gente cantando como giles. ¿Qué festejaban, que mierdas festejaban, me querés decir?
-   Bueno – le dije tratando de calmarlo – hay toda una generación que no vio a Argentina ni en cuartos. Tenían alguna alegría.
Finalmente se paró y me tomó del brazo. Me dijo casi inaudiblemente “vamos, llévame a casa”. Nos tomamos un taxi que nos depositó en la puerta de lo del Turco. Mientras se bajaba me dejó una última confesión:
-   ¿Sabés porqué no me maté? ¿Te digo la verdad? ¿Te acordás ese tiro libre a segundos del final que pateó Messi? Bueno, cuando pasó por arriba del travesaño mis pibes se largaron a llorar con un desconsuelo que me deshizo en añicos. Te juro, hermano, fue lo más doloroso que me dio la vida. Lloraban con la certeza que ya no se podía hacer nada. Que no íbamos a ser campeones. Lloraban a mares.
-    Bueno, Turco, ya va a pasar.
Mientras abría con la llave la puerta de su casa, se dio vuelta y me dijo:
-    Para mis pibes ya no soy un superhéroe, no. Y los jugadores de esta selección tampoco. ¿Pero sabés qué? No me voy a morir sin ver a mis hijos llorar, pero de alegría, no señor.

Y cuando el taxi se perdía, vi a lo lejos como la mujer y los hijos del Turco salían a la puerta de calle y lo abrazaban entre lágrimas, mientras yo pensaba en silencio que la vida es demasiado injusta para ser tan corta.

5 comentarios:

  1. Yo pienso que es un planteo absurdo y contradictorio el de ese personaje. Yo no esperaba que llegaran a la final. Pensé que iba a ser el mismo papelon de siempre.

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    1. Querido Demiurgo. desde lo estrictamente literario, este cuento se enmarca dentro del estilo que tengo de contar las cosas, y no es más que una simple ficción. Ahora bien, como hincha de futbol que tengo 47 años, yo he visto salir a Argentina campeón en el 78 y en el 86. Y que no ve vengan con el mundial de la dictadura porque si entraban esas dos pelotas que pegaron en los palos en el primer tiempo contra Perú, hoy no estábamos hablando del 6 a 1 y de los barcos con trigos. Fueron dos equipos exquisitos, que me llenaron de alegría. Argentina disputó 5 finales. La del 30 se fueron en el primer tiempo con un 2 a 0 arriba y perdieron porque en el entretiempo los amenazaron de muerte en el vestuario. La final que perdimos en el 90 fue por un penal en contra inexistente. Y esta última creo que fue dignísima. Así que o sos muy joven o no te informaste demasiado de la historia del futbol para hacer una afirmación tan osada como "papelon". En fin, abrazos cordiales. Carlos

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  2. Querido Demiurgo. desde lo estrictamente literario, este cuento se enmarca dentro del estilo que tengo de contar las cosas, y no es más que una simple ficción. Ahora bien, como hincha de futbol que tengo 47 años, yo he visto salir a Argentina campeón en el 78 y en el 86. Y que no ve vengan con el mundial de la dictadura porque si entraban esas dos pelotas que pegaron en los palos en el primer tiempo contra Perú, hoy no estábamos hablando del 6 a 1 y de los barcos con trigos. Fueron dos equipos exquisitos, que me llenaron de alegría. Argentina disputó 5 finales. La del 30 se fueron en el primer tiempo con un 2 a 0 arriba y perdieron porque en el entretiempo los amenazaron de muerte en el vestuario. La final que perdimos en el 90 fue por un penal en contra inexistente. Y esta última creo que fue dignísima. Así que o sos muy joven o no te informaste demasiado de la historia del futbol para hacer una afirmación tan osada como "papelon". En fin, abrazos cordiales. Carlos

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    1. Ya sé que es ficción, eso lo sé. Pero ese personaje tomandosela todo a la tremenda es tal real, podría pasar.
      Tal vez no sea tan joven como haya parecido. Recuerdo lo del 90, con ese penal inventado, sin duda. Y justamente esta ultima final fue dignisima. El hecho es que del 94 hasta ahora, han pasado mundiales en que la selección se fue demasiado pronto. Hay mujeres de los medios que prometieron reducir el tamaño de su ropa, por cada un triunfo de la selección, no tuvieron que hacer mucho. Lástima que ninguna lo hizo para este.Tal vez de siempre debió ser remplazado por de años pasados.

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  3. habría que ver si reducían el tamaño de su ropa o comían de los nervios y la ropa cada vez les quedaba más chica! Ja! Abrazos

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